El martes pasado, a las 10:44 de la noche, Norma parió. El jueves por la mañana pude verla y encontrarla feliz de la vida con su pequeño Roberto Amadeus. Yo ya me imaginaba, desde antes de ir, que eso iba a mover muchas cosas dentro de mi... y así fue.
La verdad me dio harta emoción. Cuando ella andaba por su tercer mes yo llegué con la noticia de que también estaba embarazada, la diferencia era que Norma lo deseaba profundamente y para mi había sido un pequeño error que se me escapó de las manos.
Al paso del tiempo me empezó a dar más gusto y aunque ella presumía gustosa a su "celulita", yo seguía refiriéndome (del mismo modo que lo hago hoy) a mi "alien", que si bien puede sonar un poco duro y quizá medio gachito, ésa no es la intención.
Claro que el embarazo de Norma y el mío fue completamente distinto. Cada vez que nos veíamos ella decía que se sentía genial, que estar embarazada era la onda y que deseaba embarazarse de nuevo apenas naciera su "celulita". Yo, por el contrario, me la pasé (y me la he pasado) quejándome... y es que la neta es que yo he tenido náuseas todo el tiempo y no sólo los tres primeros meses como se supone que es. Además la sensibilidad de los olores fue extrema, los dolores de cabeza, la súper hinchazón de los pies... la verdad ha sido horrible, pero hace tiempo que me resigne y creo que lo he superado, incluso ya hasta me parece normal.
Justo cuando yo empecé en este camino de la resignación, a ella le empezaron a pasar cosas ligeramente molestas... ésas que me han hecho entender porque la gente dice "aliviar" en lugar de "parir", pues -insisto- efectivamente el embarazo parece una enfermedad... una enfermedad de 40 semanas de duración.
Pero la verdad es que ya no me dan ganas de profundizar en lo feo y cansado que esto puede resultar. Ahora pienso en otro tipo de emociones que provoca este estado. Así vuelvo a la razón por la que empecé a escribir. Norma ya parió y eso me ha dado mucho gusto y ha provocado en mi harta ansiedad.
Ya quiero abrir mi regalo, porque siento que eso es... una sorpresa que ha sido guardada en una envoltura con forma de pelota. Ya quiero abrir el regalo, pero todavía me faltan 11 semanas. La verdad es que la sensación es terrible: imagina que te dan desde ahora el regalo de Navidad, pero tienes que esperar hasta el 25 de diciembre para abrirlo. ¡¡O sea... falta un CHINGO!!
Ya quiero ver cómo es el ser que traigo en mi vientre, quiero ver qué cara tiene, qué gestos será capaz de hacer (si se parece a mí, seguro serán muchos), cómo es su cabello y el color de su piel, cuánto pesa, cuánto mide... TODO... ya quiero saberlo todo.
Por lo pronto me consuelo sintiéndolo ocasionalmente, porque me parece que duerme mucho (espero que así sea siempre).
En fin... habrá que esperar algunas semanas más para abrir el regalo y en tanto eso sucede, voy a comprar algunos regalos para la llegada del GRAN regalo.
3 comentarios:
Ea!, gracias por el comentario, je, pos sí, le entraré a eso de la foto...cómo va todo por allá? Saludazos y besazos!
Va... todo va en aumento, pero bien. Ya con ganas de completar la primera vuelta de esta carrera que se ve bastante difícil.
Hola! me tope con tu blog x casualidad y pues me ha causado mucha simpatia tu entrada.
Espero que crezca sano y fuerte tu "alien" y veras que cuando lo veas cara a cara te vas a enamorar perdidamente de el.
Cuidat y cuidalo musho.
Ires
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