martes, septiembre 25, 2007

ADAPTACIÓN


En la segunda semana de septiembre mi mamá me llamó al celular para darme la buena noticia de que Alexiel finalmente había sido aceptado en la guardería que se encuentra en la esquina de la casa de mis padres.

Fue a principios de agosto cuando iniciamos los trámites para que lo aceptaran a sabiendas de que ahí sólo reciben a niños de tres meses para arriba (entonces Alexiel tenía apenas mes y medio). Siendo reconocida como una de las mejores guarderías del IMSS la lista de espera era larga, antes de nosotros había otras 10 personas solicitando un espacio.

En aquel entonces me dijeron que probablemente cuando Alexiel cumpliera los tres meses podríamos tener un sitio, pero ese "probablemente sí" encerraba un "probablemente no", así que me concentré en la primera opción a ver si lograba alcanzarla con tan solo afirmar en mi mente: "sí nos van a dar lugar".

Un día decidí darme una vuelta por ahí para preguntar cómo iba el proceso. Regresé a casa con cero respuestas y la propuesta de una de las trabajadoras de buscar otras opciones por si acaso no se daba el espacio.

Una semana más tarde fue cuando recibí la llamada de mi madre y entonces me lancé presta para cubrir todos los requisitos y ver cuándo podría empezar a llevar a Alexiel. La directora me dio como fecha el 20 de septiembre, pero la única condicón era asistir durante tres días (es decir, el 20, 21 y 24 de septiembre) a cubrir con una onda que se llama "Adaptación". Se trata, pues, de estar ahí con Alexiel para que poco a poco se vaya aclimatando a la vida en la guardería, al tiempo que me dan a mi la posibilidad de ver cómo se maneja la vida de los pequeños ahí adentro.

Empezamos el jueves pasado a las nueve de la mañana. Llegué un poquitín tarde, así que ese día tuvimos que permanecer ahí de 9:30 (aunque yo llegué a las 9:15) a 13:30 horas. Las chicas del área de "Lactantes A" me explicaron que el primer día la madre (o sea yo) se hace cargo por completo del hijo (o sea Alexiel). Entonces yo le di de comer, le cambié el pañal y estuve cerca de él todo, absolutamente todo, el tiempo.

Para ambos era como nuestro primer día en el "cole" (como dice Aurora) y como yo ya he vivido en numerosas ocasiones un primer día en un sitio desconocido, me comporté como lo he hecho en aquellas otras ocasiones: ocupando un ronconcito del lugar, viendo de lejos la vida y comportamiento de los otros. Yo no sé Alexiel, pero el jueves lo pasé un poquitín mal, pues como que no encontraba las juerzas en mi ser para platicar con las muchachas y cuestionarlas sobre todas mis dudas. Al final pregunté algunas cosillas y ellas me dijeron otras: que hay que llegar puntual al desayuno a las nueve, porque si no ellas no se hacen responsables de que el hijo coma; que en el caso de los niños de tres meses las comidas son cada tres horas (a las 9, a las 12 y a las 3), el resto de los niños come cada cuatro horas; que hay que llevar seis pañales, tres cambios de ropa, un cepillo, tres baberos y dos bolsas de plástico, todo esto rotulado con el nombre del niño, para que las cosas no se extravíen; que ahí les proporcionan a los niños su biberón, el cual solamente será utilizado por el niño; que los niños deben permanecer en la guardería al menos una hora y que no entregarán a ningún niño si la persona que los va a recoger ha olvida su credencial.

Ese día descubrí también que Isabela le quita las cobijas a los niños que están a su alrededor; que Pavel -el enorme niño de seis meses- jala constantemente el brazo del chico que está a su lado; que Estefanía grita mucho, pero es una niña linda; que unos padres inconscientes llamaron a su hijo Milton (por dios, qué nombre más feo) y que hay por ahí un niño que se llama Gael (¡chale!).

Justo ese día le di de comer a Alexiel en su nuevo biberón. Logré con esfuerzo que se tomara las seis onzas habituales (por cierto que esto sorprendió a las muchachas, pues parece que mi hijo come bastante para su edad, aunque a Galindo -el pediatra- le parece una buena dosis).

El segundo día nuestra entrada estaba programada a las ocho de la madrugada y dado que hay mil de tráfico, Alexiel y yo salimos de casa alrededor de las 7:20 muertos de sueño. Para sorpresa del mundo llegamos diez minutos antes, pero de todas formas nos dejaron salir hasta la una de la tarde.

Ese viernes parece que ya estábamos más relajados. Coloqué a Alexiel en su portabebé al nivel del resto de los niños. En el segundo día del periodo de "Adaptación" se acostumbra que la madre y las muchachas del área de "Lactantes A" se hagan el paro, es decir, esta vez hubo quien le diera a Alexiel su desayuno de las 9 (duramte el cual descubrimos que tiene un problema con el biberón que se le asignó, de tal suerte que tuve que ir al coche por uno de los suyos) y cambiara su pañal luego de su primera comida. Además, Lulú (una de las chicas, que está embarazada) se encargó de mecerlo en el portabebé hasta lograr que se durmiera un rato. Después, me tocó retomar las riendas del cuidado del hijo.

Nuevos descubrimientos aparecieron ese día, así como la confirmación de algunas opiniones del día anterior: Efectivamente Isabela es una hija del mono, esta vez le quitó a Estefanía un juguete con el que se divertía en su cuna, después le aburrió y empezó a golpear la cabeza de uno de los chicos más pequeños hasta que alguien la descubrió y quitó a la pobre víctima del lugar; Chely es la chica que mejor cuida a los niños, les inventa canciones; las otras muchachas, cuyos nombres no me aprendí, tienen como tema de conversación que "Estefanía se ve lindísima hoy" y que "Ángel me regaló una sonrisa cuando le di su biberon" y creo que eso es bueno. También hubo quien dijo que Alexiel, a pesar de estar tan largo, se siente como un bebé a la hora de cargarlo.

No fue este comentario el que me hizo charlar más con ellas, sino la conciencia de que debía conocerlas mejor para saber a quién le estoy dejando a mi hijo y sobre todo para decirles "¡por favor, se los encargo mucho!". Así que ese día incluso le eche carrilla a una de las muchachas que recibión un mensaje en su celular de un galán... además, le ayudé a entererarse de qué le decía, pues le envió un fragmento de una canción de Kiss a la que ella no le entendió ni máiz.

El lunes volvimos a la guardería para cubrir nuestro último día de "Adaptación", esta vez de 8 a dos de la tarde y yo en calidad de observadora. Fue el día más aburrido y al mismo tiempo el que más nerviosa me puso con respecto a dejar a mi pobre niño ahí. Y es que resulta que cada tres meses hay una rotación interna de personal, o sea que las muchas se van cambiando de un área a otra. la sorpresa el lunes fue encontrarme con que Chely (la que más feliz me hizo) había sido trasladada a "Lactantes C"... snif, snif. Además fue un día ligeramente caótico, porque de las cinco muchachas que normalmente hay en cada área, en la mía (la nuestra) habían faltado tres, de manera que hubo que pedir auxilio a las muchachas de otros salones.

Chely fue una de las "rescatistas" del día, entonces aproveché para decirle que lamentaba mucho su cambio porque me había gustado mucho la forma en que trata a los niños (espero que en tres meses la envíen de vuelta a "Lactantes A".

A pesar del caos -porque realmente fue un CAOS- percibí a Alexiel más aclimatado, aunque sí estuvo llorando un poquitín y como que ligeramente incómodo. Sin embargo supongo que así será algunos días, que esto es de lo más normal y a pesar de todo estoy convencida de que es lo mejor para él.

La "Adaptación" terminó. Hoy llevé a Alexiel a su primer día solo en la guardería. Encontré a Lulú en el salón y, como ya es mi costumbre, se lo encargué muchísimo. Mi madre fue a recogerlo por la tarde. Le llamé desde el periódico y me dijo que lo encontró despierto y risueño, pero al llegar a casa cayó en un profundo sueño.

Me hace feliz que Alexiel esté en la guardería, creo que eso contribuirá a que esté más despierto ante la vida y me emociona pensar que quizá ahí encontrará a los amigos más entrañables de su existencia.




DÍA UNO: Alexiel lucía nervioso en su primer día en la guardería. Como los niños nuevos de la clase, ambos permanecimos un poco aislados del resto de los chicos y chicas.






DÍA DOS: La hora de la siesta en nuestro segundo día en la guardería. A pesar del constante llanto de algunos, Alexiel pudo echarse un sueñito, esta vez al mismo nivel de los que serán sus primeros amigos.


DÍA TRES: Una sonrisa para la cámara. Alexiel luce mejor en su tecer día, luego de un fin de semana en el que quizá tomo fuerza para esta nueva etapa en su, hasta ahora, corta vida.

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