"¡Me voy a echar un binco!", gritó una vez Beto (mi primo) cuando llegamos a un hotelillo en Puerto Vallarta y se encontró ante la tan esperada alberca. Corrió raudo y veloz hacia el agua y se echo "un binco" sin importarle que no sabía nadar, no traía salvavidas y sus papás todavía no estaban en la alberca para ayudarlo a "flotar". De cualquier forma logró que todo mundo se metiera con él: tras el chapuzón, los adultos (mis papás y tíos) se lanzaron a la alberca para sacar a Beto, quien tendría quizá unos dos ó tres añitos. A lo mejor a él le pareció una arbitrariedad que se metieran y lo sacaran después de haber sido paciente durante cuatro ó cinco horas para poder llegar al ansiado lugar y sobre todo luego de haber avisado lo que pretendía hacer. El caso es que al parecer nadie le entendió hasta que la pequeña bomba toco el agua y lanzó algunas gotitas en el exterior.
A mi nadie me avisa que se va a echar "un binco", al Alien le tiene completamente sin cuidado si estoy o no preparada para aguantar sus saltitos, las patadillas ésas que de vez en vez me da en... ¿la vejiga? o como se llame el órgano que está por a'i, abajillo o dentro de mi vientre.
Luis dice que qué latosis soy, porque primero me quejo de que el ente no se mueve en lo absoluto y apenas lo hace y comienzo a decirle: "ya niño... ahí no me gusta, es incómodo".
La verdad es que sí, tal vez sí soy latosis, pero es que a mí me gustaría saber en qué momento se va a mover, porque luego también sucede que estoy disfrutando los saltitos y a la hora que quiero sentirlo, el infame juego del Alien se acaba y prefiere dejar de brincar, tal vez sólo para no darme la satisfacción de tocarlo... ¡qué mala onda, ¿no?!
Bueno, tampoco es tan gacho... a veces si llego a sentirlo, y es entonces cuando trato de detener sus patadillas... El otro día entre una patada y otra se me antojó un pan con cajeta, ya era bastante tarde y (aunque usted no lo crea) me resistí un poco a comerlo, precisamente porque ya era bastante tarde. Luego pensé que a lo mejor el Alien estaba tan brincador porque traía el antojo (jajaja), y aunque me dio un poco de risa culparlo a él de mis antojos, me lancé a la cocina y me hice un pan con cajeta... me lo comí en medio de la oscuridad del cuarto (Luis ya se había lanzado al mundo de los sueños) y luego, como por arte de magia, el Alien dejó de patearme. Inmediatamanete me dormí.
El hecho es que he descubierto que a esta misterioso ser que habita en mi cuerpo "re depente" le dan ganas de brincar y aunque lo toque no deja de hacerlo hasta cansarse... como que alguien por dentro pone una canción y él se decide a "bailarla" completita: "Salta, salta sin parar... saltando, saltando"; "El que no brinque y que no salte..." o "Ejericicios #s 26, 27 y 28 vamos a saltar un poco. Posicion inicial parados sobre un pie el otro extendido y elevado a un costado, las manos a la cintura y vamos a realizar 2 saltitos con cada pie... alternando la extension del hombro listos?? y empezamos: y arriba.. abajo.. arriba.. abajo.. y arriba.. abajo.. arriba.. abajo...".
Bueno, la verdad es que los saltitos me gustan, aunque me duelan o incomoden... ni hablar, soy masoquista y qué. La neta es retelindo sentir al Alien allá adentro, esperando que el tiempo pase rápido para tenerlo acá ajuera.
Con aviso o sin él, es bueno sentir los "bincos" de mi Alien.
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